Rincón de la esperanza: actividades fructíferas

Fui un mal administrador de mi pastel de frutas de Navidad. Si mi pastel de frutas de Navidad fuera el tema de una parábola, definitivamente estaría en ese camino rocoso hacia un lugar excepcionalmente cálido.

Desde que tengo memoria, mi papá compraba un pastel de frutas de Navidad de una empresa de Texas que había estado vendiendo pasteles de frutas durante al menos una eternidad. Llegaban por correo, y la mejor parte, al menos cuando yo era pequeña, era la lata en la que llegaban. Tenía una imagen de un vaquero, una imagen de un carruaje tirado por caballos y una imagen de algunas personas vestidas con ropa de invierno antigua. Mi papá dijo que el vaquero era de Texas. No estaba muy seguro acerca de las personas vestidas con abrigos y sombreros de invierno. en pd

Había latas de pastel de frutas reutilizadas en uso en toda nuestra casa. Uno estaba en el armario de un dormitorio, lleno de botones. Otro estaba en un armario de la cocina, lleno de tornillos y pernos y herrajes sueltos. Había varios en el garaje, en lugares que no tenía permitido explorar. Imaginé que estaban llenos de hadas y duendes. Sin embargo, lo más probable es que estuvieran llenos de brocas y llaves pequeñas.

Sí, estaba más interesado en las latas que en el pastel de frutas en esos días. Me gustó mucho la idea del pastel, pero el pastel de frutas no se parecía a ningún pastel de cumpleaños que hubiera visto. Y no me oponía exactamente a la fruta, siempre y cuando esa fruta fueran las fresas. Pero, ¿fruta que no eran fresas, pesando sobre un pastel que ni siquiera tenía glaseado? No.

Después de irme a la universidad, amplié mis horizontes, en cuanto a pasteles. Probé el chocolate alemán. Probé bizcocho. Y después de decidir que esas delicias sin glasear eran, de hecho, deliciosas. Probé el pastel de frutas.

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¿Por qué, oh por qué, esperé tanto para disfrutar del pastel de frutas? ¿Qué no iba a gustar? Un montón de fruta confitada. Un montón de nueces. E incluso un poco de masa que los mantiene a todos juntos. Yo era tan adicta que mi madre perfeccionó su propia receta de pastel de frutas para cuando se nos acabaron los pasteles de Texas.

Cuando me casé, comencé a comprar esos pasteles de frutas para mi familia. Y rápidamente aprendí que mi nueva familia no estaba interesada en ampliar sus horizontes de pasteles. También se niegan a comer pastel de chocolate alemán.

Cada Día de Acción de Gracias compro mi pastel de frutas y guardo amorosamente porciones en el congelador para las próximas fiestas. Excepto este año. Serví pastel de frutas en Acción de Gracias y luego olvidé mi pastel en el garaje. Hasta la semana pasada.

El pastel estaba más allá del consumo. La lata era insostenible. Estoy triste y avergonzado. Y ahora me pregunto qué hice con las sobras del pavo de Acción de Gracias. Tengo un poco de miedo de ordenar el banco de trabajo del garaje.

Jackie Hope es la colaboradora y columnista de Dickinson Press más antigua. "Hope's Corner" es una columna humorística semanal centrada en un mensaje de esperanza para los residentes del suroeste de Dakota del Norte.

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